

"Luchar sirve", fue una de las consignas, hashtags y virales que las Universidades Públicas Nacionales, sus gremios, autoridades y agrupaciones estudiantiles y de graduados instalaron, luego de la primera Marcha Federal en Defensa de la Universidad Pública -realizada el 23 de abril de 2024, que logró que el Gobierno Nacional vaya restituyendo, primero a la UBA y luego al resto de las Universidades, los gastos de funcionamiento y una partida extraordinaria para los hospitales univesitarios. Luego, con el eco de la segunda Marcha Federal -del 2 de octubre- el colectivo universitario consiguió que el Gobierno restablezca la garantía salarial, una suma no remunerativa y no bonificable para las categorías más bajas -6 y 7-, aunque no obtuvo respuesta sobre la recomposición salarial general -Docente, NODOCENTE- conforme a la inflación, que implica alrededor del 90 por ciento del Presupuesto. Asimismo, la consigna volvió a resonar cuando el Congreso sancionó la Ley de Financiamiento Universitario -27.757- en septiembre del año pasado, pero que el presidente vetó -vía Decreto 879/2024-, al día siguiente de la segunda Marcha Federal. Y así, la afirmación se repite cada vez que una lucha social cosecha una respuesta favorable a su reclamo.
Mientras tanto, la pérdida del poder adquisitivo de las y los trabajadores de vastos sectores como de las y los jubilados; la ausencia de paritarias libres y homologación de los CCT; la prórroga del presupuesto 2023 -con los actuales niveles de inflación-; la discontinuidad del FONID; la caída de la Moratoria Previsional; más los despidos en el Estado; el cierre de PyMes; la apertura de las importaciones; el preacuerdo con el FMI por un nuevo endeudamiento; el escándalo cripto; el achicamiento del Estado; la represión y el cercenamiento de derechos consagrados...fueron motivos más que suficientes para despertar la reacción de la CGT, que anunció para este 9 y 10 de abril una acción gremial de 36 horas. Primero, con una movilización para respaldar a las y los jubilados y exhibir -pese al protocolo antiprotesta de Bullrich- la presencia/poder sindical en la calle. Segundo, un paro general, previsto para este jueves 10, al que todos los sectores, excepto la UTA, adhieren.
"Esta marcha y el paro atrasa al país", dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, sin ponerse colorada sobre la nueva jornada de lucha que planteó el movimiento obrero para esta semana, una de las más complejas que atraviesa el Gobierno Nacional. Y, lejos de recoger el guante y tomar nota de las demandas al Gobierno que integra, Bullrich intentó bajarle el precio a un reclamo legítimo de los sectores afectados. Y todo, pretendiendo desconocer o ignorar que el derecho a huelga está consagrado, desde el vamos, por el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. O sea que, a contramano de lo que la funcionaria nacional supone que sucede en el mundo -"No hay paro general en ningún país del mundo", dijo-, el movimiento obrero argentino se dispone a parar, luego de movilizare este miércoles, porque está sufriendo las políticas de un Gobierno, del que no hay antecedente en el mundo, pero que sigue muchas de las recetas que las y los argentinos conocieron durante la gestión económica de José Alfredo Martínez de Hoz.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, también hizo su aporte y cruzó a la CGT: “Este es el tercer paro que la gente rechaza, aborrece y confirma lo que detesta al sindicalismo argentino”. “Los trabajadores quieren trabajar y salir adelante y critican a los sindicatos por complicarles la vida con paros innecesarios”, agregó.
Dudar de la efectividad de una medida de fuerza o ponerla en términos de exito/fracaso, lejos de comprender las causas profundas del descontento social, empantana su intelección certera y la capacidad de encontrar, aunque sea, un atisbo de solución o de pacificación ante la conflictividad en aumento.
Bajo la bandera de la batalla cultural, el Gobierno Nacional vocifera y propaga discursos de odio, mentirosos y hasta torpes, que buscan sembrar la duda de todo lo existente y la repeticion -sin cuestionar- de relatos con poco sustento histórico o, incluso, estadístico.
"Luchar sirve", no solo por el efecto que se busca -o la respuesta favorable que los sectores que protestan esperan-. Sirve porque diluye los pregones de la desesperanza. Luchar sirve porque nuclea, aglutina y visibiliza un conjunto de reclamos que, en esta oportunidad, pese a cierta dispersión, busca organizarse para frenar, rebatir e incluso torcer en las urnas, a un proyecto político deshumanizante que hace de la motosierra un símbolo de recorte, exclusión, individualismo y violencia, que confirmó a las y los trabajadores y jubilados como "la casta" que venía a combatir.